Embrujo en Camelot

Nos remontamos a una época de oscuridad, magos y dragones, donde ni siquiera los poderosos podían augurar un futuro. La época de Camelot, de Merlín y del Rey Arturo, una época que pasaría a la historia como leyenda debido a las grandes hazañas que en ella se recogen. Pese a eso, conocido es por todos los caminantes de las tierras que las leyendas no siempre son verídicas, y que en muchas ocasiones sufren de las modificaciones que el tiempo y los juglares le dan. Este es el caso del Rey Arturo, un hombre que ha pasado a la historia como el gran gobernante de Camelot, hombre justo y sagaz, pero ¿acaso no queréis saber cuál es su verdadera historia? ¿Qué pasó después de Arturo? No temáis mis estimados ciudadanos, yo seré quien os abra los ojos.
Todo se remonta años atrás, en la hermosa y próspera tierra de Bretaña, donde se erigía un noble castillo en la ciudad de Camelot en el que el rey Uther hacía y deshacía a su antojo. El rey siempre había sido un hombre obstinado y algo déspota, por lo que el imaginar que muchos desearían su muerte no era algo tan lejano de la realidad. Uther siempre había sabido que si quería mantener su legado debía tener un hijo, un varón que pudiese heredar sus posesiones y dirigir un ejército si se requiriese. Sus pensamientos siempre iban encaminados hacía aquell muchacho de sus sueños, alto y de elegante porte, con una brillante espada en sus manos que podía reconocer como la misma que él llevaba. Todos estos delirios de grandeza fueron aumentando con el tiempo hasta que un día, la bella y hermosa dama Igraine se cruzó en el camino del rey. Sus ojos verdes y el cabello castaño de la joven provocaron verdadero deseo en el rey Uther que quisó poseerla desde ese preciso instante. La joven Igraine, conocedora de su belleza, no tuvo problema en yacer con el rey. Las malas lenguas comentan que Merlín tuvo algo que ver en el amor apasionado de la joven hacia su rey, pero eso es algo que nadie supo jamás, Merlín nunca dejaba un cabo suelto. De esa unión, nació el que años más tarde sería conocido como el Rey Arturo.
La historia del Rey la conocéis de sobra. Fue un noble justiciero, rey ejemplar en tiempos de paz pero también de guerra. Sufrió por el amor de Ginebra, una mujer que se enamoró de dos hombres a la vez haciendo que por esa causa perdiese a ambos. El otro hombre fue Lancelot, el mayor aliado de Arturo y enamorado como un adolescente de su hermosa mujer. Ginebra tenía hermosos cabellos dorados y grandes ojos oscuros como el abismo. Nadie supo nunca lo que pasaba por los pensamientos de esta misteriosa joven y tal vez fue eso lo que empujó al imbatido rey hacia su única derrota, la de su mujer en los brazos de otro hombre. Lancelot fue desterrado lejos de Camelot y no se supo nada más de él, nadie conoció jamás si había vuelto a enamorarse o si había muerto solo, pero nadie quiso decir nada. El dolor por la muerte del Rey fue duradero y permaneció durante meses en los corazones de sus súbditos. Nadie le perdonó la traición a Ginebra que se daba cuenta de que algo en su interior estaba cambiando, de que su vientre se abombaba día tras día. Así es mis queridos caminantes, la reina estaba en estado y todo apuntaba a que ese niño que naciese sería el hijo de Arturo, el último hombre con el que yació. El retoño que esperaba era un heredero al trono, un varón que sacaría al reino del declive.
Los meses pasaron y el vientre de Ginebra auguraba el próximo nacimiento. Una noche de febrero, con la nieve cubriendo los campos que se vislumbraban por los aposentos de la reina, una nueva vida llegó al mundo. Acompañada de la partera y dos damas de compañía, Ginebra pidió silencio y la promesa de que nadie contaría nunca lo que se había visto allí. El secreto era máximo, si alguien se enteraba de que había dado a luz a una niña todo se destruiría. Así pues, desde que la niña tuvo sentido de ser, su madre la obligó a comportarse como un hombre en público y a intentar parecer masculina. No quería que nadie le usurpara el trono al fruto de su vientre.
Y así fue, la princesa Grace creció siendo conocida como el príncipe William de Camelot. Era un chico de complexión algo delgada y de rostro bondadoso, pero nadie imaginaba que tras aquellas vestimentas varoniles se escondía una preciosa joven de ojos verdes como su abuela y cabellos dorados como su madre.
Pero los únicos problemas no estan sucediendo solo en palacio. Lejos de aquellos lares un par de jóvenes familiares lejanos del legendario Rey Arturo y familia de Morgana, la hermanastra de este. ¿Qué estarán planeando?
Los opositores al rey William se cuentan en millares, igual que los que le apoyan. El hecho de que se deje ver poco por sus súbditos no hace más que sembrar la sospecha de que algo va mal en palacio. Y quien sabe más de cosas que huelen mal que Lancelot...el ex caballero de la mesa redonda.
¿Queréis saber cómo sigue la historia? Entonces decidme, ¿qué mejor manera de conocer algo que vivirlo tú mismo?  .